La mente modela las herramientas y las herramientas modelan la mente. La forma de pensar de desarrolladores y usuarios da forma a las herramientas pero, lo que me interesa más es que el uso de una determinada aplicación «intelectual» guía la forma de pensar de sus usuarios y por tanto, modela su cerebro. Me encanta haber encontrado este vídeo justo hoy, sin buscarlo, cuando ya estaba pensando este post que surgió de una discusión con dos compañeros del ITE. A mí no me gusta Moodle y no (solo) porque sea feo, si no porque no me gusta la forma de trabajo a la que dirige a sus usuarios.

Moodle es una digitalización del método tradicional (actual) de enseñanza, ese fruto de la revolución industrial que no ha cambiado casi nada desde el siglo XIX. Con el añadido negativo de que los que confunden TIC con innovación se relajan al usar esta herramienta, convencidos de que con ello ya han dejado atrás la metodología obsoleta.

Los profesores que usan Moodle aprecian el grado de «fiscalización» y «control» que aporta. Dicen que les resulta muy útil monitorizar que alumno se ha descargado un tema, cuanto tiempo ha pasado haciendo un test, sus intentos fallidos, o las horas que pasa en la plataforma o incluso quien copia a quien. Todas estas cuestiones a mí no me interesan lo más mínimo. Me da igual «cuanto lo intenta» un alumno o cuanto tiempo pasa (supuestamente) trabajando. Lo que me interesa es ver su trabajo, ayudarle a resolverlo, dirigirle cuando no va bien y celebrarlo cuando da en el clavo, independientemente de que no se haya leído los apuntes que yo colgué. Y si copian, me autoflagelo, porque la culpa es mía por plantear una tarea industrial que se puede elaborar en serie.

Por poner solo un ejemplo, si les pides el resumen de un libro a los alumnos, no hay herramienta en el mundo que les aparte del camino natural en la era del conocimiento: reciclar el saber de otros y reutilizarlo eficientemente. O sea, copiar. Sin embargo, si les pides elaborar un trailer de ese libro, para el cual tendrán que trabajar los personajes, decidir lo que muestran y lo que no para excitar el interés del lector, captar la esencia del libro en tan solo unos segundos de vídeo… En este caso no copiarán. Cada trabajo será único y creativo porque les estarás pidiendo usar el cerebro en actividades cognitivas de alto nivel.

Especial mención merecen los Moodle cerrados que ponen fronteras a las ideas. ¿Por qué esconder el material generado en un aula o centro?¿No resultaría útil abrir los materiales al resto de la comunidad? ¿no se enriquecería con la interacción de otros?
Moodle, como contraposición a las comunidades virtuales y redes sociales de aprendizaje, tiene otro defecto más. Es un simulador grosero de la realidad. Aprender a moverse en esa plataforma no te enseña a vivir y trabajar, porque no tiene las mismas normas ni la misma complejidad que el mundo real. No se parece a: Facebook, Tuenti, Twitter, las comunidades de vecinos o a la sala de profesores. ¿No es lo mismo que enseñar a los niños a conducir en coches de choque durante 12 años y luego soltarles con un BMW en medio de una autopista?

Siempre se puede usar Moodle de forma social, para compartir y no para restiringir. Pero tras cada herramienta, hay un modelo de pensamiento, una línea de trabajo a la que orienta. Y en función de esa otra capa superior es como elijo lo que uso, lo que me gusta o no.

El modelo industrial ha muerto, asistimos a una cambio histórico y esto es una grandísima noticia. En lugar de aferrarnos a un modelo caduco o temer al nuevo que aún no entendemos, mejor dejarnos llevar. Eso sí, sobre un vehículo de esta nueva era.

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